Cuenta la leyenda que la piel del cocodrilo era completamente dorada, tanto así que podía llamar la atención de todos los animales del bosque, los cuales quedaban como hipnotizados de ver una piel tan perfecta, pero para que esto sucediera, el cocodrilo durante todo el día se encontraba bajo el agua, ya que no le gustaban los rayos del sol directos y tan potentes, pero durante la noche que hacía frío en el agua, él salía a la superficie y se agrupaban todas las especies de animales para ver como la luna pegaba directamente en su piel e iluminaba todo lo que había a su alrededor, era un espectáculo impresionante.
El cocodrilo nunca había salido a la superficie durante el día porque tenía miedo de tanto calor sobre su piel. Sin embargo, luego de tanto reconocimiento que le hacían los demás animales, pensó que quería más halagos todavía, si la luz de la luna provocaba tanto escándalo en la selva, entonces durante el día también lo haría la luz del sol, incluso tal vez sería más fuerte todavía. Así fue como pensó para salir a la superficie en plena mañana y todos los animales que andan de día salieron para observar la maravillosa obra de la naturaleza, una piel tan dorada e increíble.
Los días pasaron y algo muy extraño sucedió con la piel del cocodrilo, esta se fue arrugando por el sol y ya no era tan brillante, de hecho comenzó a ser opaca, cada vez más, tanto que comenzó a tener vergüenza. Si alguien ve hoy en día a un cocodrilo que están fuera del agua, él irá corriendo a la orilla más cercana y se meterá dejando ver sus ojos solamente por la tristeza que le da haber perdido una piel tan hermosa. Los animales ya nunca más se acercaron para verlo, ahora también le tenían miedo con este nuevo cambio.