Una mujer blanca yace junto al cerro que humea en el centro de México, ambos unidos por un paso montañoso conocido como el Paso Cortés, que quizás, alguna vez, fueron sus manos entrelazadas. Así es como se nombran en lenguaje náhuatl los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl; el primero, ardiente y peligroso, el segundo, dormido y yaciente como la princesa de la leyenda azteca que lo originó. De hecho, desde el Valle de México, puede verse a lo lejos su figura de mujer recostada, cubierta de manto blanco, con su melena extendida hacia el lado opuesto de su cuerpo. Entretanto, el Popocatépetl se yergue con su forma cónica simétrica y sus 5500 metros sobre el nivel del mar, alerta y listo para estallar en cualquier momento.
Hoy día el volcán Popocatépetl es uno de los más monitoreados del mundo. Su última erupción sucedió en abril de 2016, y su llama se mantiene eterna como su amor, tal como cuenta la mitología mexica. Esta ha rodeado de místico romance el origen de estos dos volcanes, transportándonos a un pasado remoto donde ellos no eran grandiosas montañas, sino simples enamorados.
Sobre la leyenda de los volcanes de Popocatépetl e Iztaccíhuatl existen numerosas versiones, que se han ido forjando y alimentando a través de su larga historia. Así que es posible escoger la que se prefiera: ya el tiempo no puede decirnos cuál es la original, y probablemente tampoco sea necesario.
Contra Tezozómoc
Tezozómoc fue un gobernante o señor de los tepanecas (tepanecateuctli), enemigos acérrimos de los aztecas. Tenía una hermosa hija llamada Iztaccíhuatl, que se enamoró perdidamente del guerrero Popocatépetl, y fue correspondida del mismo modo por este.
Sin embargo, el padre no quería que su hija se casara con el guerrero, así que, en primer lugar, cuando Popocatépetl se la pidió en matrimonio, él le exigió que antes tendría que volver victorioso de la guerra, con la cabeza del cacique enemigo sangrando en su lanza. Algo que por supuesto creía imposible, pero el guerrero no cedió y juró que volvería con lo solicitado.
Tiempo después, con tal de asegurarse de que la boda no se realizara, Tezozómoc le envió noticias falsas a su hija, asegurándole que Popocatépetl había muerto en batalla. Desolada ante la pérdida de su amado, Iztaccíhuatl muere de pena. Cuando Popocatépetl regresa de la guerra, victorioso y con lo solicitado por el cacique, se entera del terrible acontecimiento y poco después queda claro que no puede vivir sin ella, así que también muere de tristeza.
Por ello los dioses, conmovidos, decidieron cubrir de nieve a los enamorados hasta transformarlos en dos montañas que siempre estarían unidas.
1. Contra un enemigo.
En esta versión, los enamorados Popocatépetl e Iztaccíhuatl también deben separarse para que el guerrero parta a la batalla, con la promesa de su mano al volver victorioso. Pero mientras él está imponiéndose con su fuerza en la lucha, uno de los guerreros enemigos le hace llegar la falsa noticia a la princesa de que él ha muerto, con la esperanza de que se retire de la pelea al enterarse de los pesares de su amada.
Pero ella muere de tristeza antes de saber la verdad, así que cuando Popocatépetl regresa victorioso, su dicha se convierte en desolación. Lo único que puede hacer es tomar el cuerpo de Iztaccíhuatl y llevarlo hasta una montaña nevada, donde lo deposita en una cama de flores y se dedica a custodiarlo con una antorcha encendida, prometiendo que ningún huracán, por más fuerte que llevara sus aguas, apagaría el fuego con el que vela el cuerpo de su amada.
Más tarde el padre de la princesa descubre dos nuevos volcanes y anuncia a su pueblo que Popocatépetl e Iztaccíhuatl fueron transformados por los dioses.
2. El sacrificio a los dioses.
Iztaccíhuatl, siendo la hija más hermosa del tepanecateuctli Tezozómoc, estaba destinada a ser un sacrificio para los dioses. Pero ella estaba muy enamorada del guerrero Popocatépetl, y se rehusó a brindarse como ofrenda. Popocatépetl correspondía a su amor, y no iba a permitir que Izta fuera sacrificada.
Ante dicho escenario, el cacique decidió enviar a Popocatépetl a la guerra, y aprovechó su ausencia para conseguir que un hechicero transformara a la princesa en un volcán. El hombre tocó las rodillas de Izta, que dio vueltas, cayó dormida y se cubrió de hielo. Cuando el guerrero regresó y se enteró de lo ocurrido, el hechicero trasladó a la princesa a campo abierto, donde, sin embargo, se rompió su magia. Pero Popocatépetl suplicó a los dioses que la protegieran, así que ellos la transformaron en un volcán nevado. Viendo esto, el guerrero decidió hechizarse a sí mismo, y también se convirtió en un volcán para custodiar a Iztaccíhuatl para siempre.
Otra leyenda mexicana también cuenta que Iztaccíhuatl, por ser la más hermosa de su pueblo, sería sacrificada para traer buenas cosechas. Pero el guerrero Popocatépetl, quien estaba profundamente enamorado de ella, no podía permitirlo. Así que ambos acordaron escapar.
Cuando corrían para alejarse de la persecución de los guardias, una flecha hirió a la doncella. Él la tomó en brazos y continuó la carrera, con la esperanza de salvarla. Corrió y corrió hasta que estuvieron a salvo, mas ella dormía. Por eso él la recostó sobre el campo, jurando cuidarla por siempre y aguardar con paciencia a que ella despertara para poder seguir viviendo su amor. Con el tiempo, ambos se cubrieron de nieve.
3. Las tres pirámides.
Similar a las versiones donde Iztaccíhuatl recibe la noticia falsa de que su amado ha caído en batalla y muere de pena, esta vez Popocatépetl regresa victorioso y, tras descubrir desolado que su princesa ya no está, decide honrar su amor y preservar su memoria construyéndole una tumba digna de los dioses.
De este modo mandó a construir tres pirámides gemelas, en cuya cima recostaría el cuerpo de Izta sobre un lecho perfumado. Entretanto, él se alojaría en otra pirámide junto a las primeras, encendiendo una antorcha en lo más alto para velar el sueño eterno de Iztaccíhuatl.
>>Otras veces, se cuenta que esta grandiosa tumba fue formada con la unión de 10 cerros, a los que se unió el cuerpo de la doncella mientras él la velaba. Y ambos continúan transformados en dos grandes volcanes.