Hace muchísimos años comenzó la leyenda del arcoíris. Un día como otros, los colores discutían entre sí porque todos querían ser más importantes, destacar más que los otros y demostrar lo hermosos que eran. Cada uno tenía un argumento válido para decir la razón de su importancia en este mundo y la decisión de quién era el mejor se tornaba muy complicada.
El color verde dijo que debería tener el papel más importante de todos porque gracias a él los animales tenían alimento en las plantas, también podía verse en las toda la vegetación de la tierra que realmente es mucha. Por otro lado, la esperanza y la vida se veían representadas con él. El color azul no quiso quedarse atrás en la discusión y no tardó en responder que él era el mejor porque estaba en el cielo, tanto como en el océano. El agua que los seres vivos beben y mucho más como la armonía, la paz y el espacio son su responsabilidad.
Cuando el amarillo quiso entrar en la discusión empezó a reírse y a decir que él era más divertido que todos los demás. La calidez estaba de su lado y el sol, la luna, tanto como las estrellas son amarillas. La alegría y las risas son parte de su composición. Todos se sorprendieron cuando le tocó el turno al naranja porque es poco frecuente, pero en su contestación agregó que no le gusta estar todo el tiempo frente a los seres vivos, que prefiere pintar atardeceres inolvidables. Así como también prefiere ayudar a los humanos con su cuerpo interno y todas los frutas, tanto como vegetales que deben consumir para estar fuertes y sanos.
Muy apasionado luchó el color rojo y logró hacerse entender cuando dijo que es esencial para la vida porque él colorea la sangre, también le presta su color al fuego y el amor, la pasión, tanto como la lucha se rigen en sus tintes. El púrpura no es un color muy frecuente, pero sí sabe dónde quiere estar y exige respeto a todos los demás, asegura que los grandes reyes, obispos y líderes del mundo lo usan para diferenciarse, ser escuchados y tomar decisiones importantes como realeza.
En el momento donde parecía que nadie más hablaría, se metió de forma muy calmada el añil y dijo que él es quien colorea todo el fondo del océano y también brinda serenidad, momentos de reflexión y pensamiento. Por otro lado, también se encuentra en el cielo y los crepúsculos no serían iguales sin su presencia. Los gritos se escuchaban por todas partes y los colores ya no sabían que más decir para demostrar lo grandiosos que eran a comparación de los demás, pero entonces se oyó algo más fuerte que sus gritos y eran relámpagos, truenos, lluvia, todo de un solo golpe. Tuvieron tanto miedo que todos se pusieron juntos para que se pase la tormenta.
La lluvia les habló muy enojada y les dijo que todos estaban locos porque cada uno de ellos es indispensable para este mundo. La tormenta terminaba y poco a poco ellos fueron formando un arco de colores, uno al lado del otro y sin pelear para poder formar parte de este momento tan lindo en donde todos se dieron cuenta que eran igual de importantes.