Leyendas de Durango

El toro de los cuernos de oro. En el cerro que se encuentra en el mercado de Durango, se dice que durante la medianoche se abre una puerta que dirige inmediatamente hacia una cueva muy misteriosa, a la misma no se puede entrar porque está custodiada por un toro que es totalmente de color negro, pero tiene los cuernos de oro. Él cuida la entrada a la cueva que a los minutos de haber sido abierta se cierra como si nada hubiera habido allí, entonces muy pocas personas han podido verla en sus vidas.

Un hombre llamado Martin se encontraba en el cerro cuando la puerta se abrió y entonces pudo ver al toro, el cual no le dio miedo y por eso lo toreó, al hacerlo tuvo la entrada libre para poder ingresar en la cueva, así fue como prosiguió, dio pasos dentro de la cueva que tenía mucha luz y en el fondo de la misma un enorme tesoro sin precedentes. Una mujer muy bella apareció junto a él y le dijo que el tesoro le pertenecía por ser la primera persona en entrar dentro de la cueva, pero que nunca podría sacarlo.

El toro apareció y bloqueó la entrada, él pudo salir de la cueva, pero la puerta de inmediato se cerró, el tesoro quedó dentro y Martin jamás volvió a encontrar la cueva a la que una vez pudo ingresar. Algunos piensan de que por lo menos pudo salir con vida y otros en cambio quisieran encontrar la cueva para poder retirar de algún modo astuto el tesoro.

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La judía del Sabino. Cuenta esta leyendas de Durango sobre una familia muy poderosa que vivía muy cerca de la ciudad de Durango, esta familia gozaba de bienestar económico que Josué había sabido ganar. La mujer de Josué era muy feliz y ambos tenían una hija que a medida que iba creciendo todos decían en la región que era la más bella de todas, su nombre era María. Con el tiempo, la madre de María se fue enfermando y perdió la vida, Josué se entristeció tanto que dejó caer todos sus negocios, ya no lo importaba nada más, pero así también caía su fortuna.

Juan era un comerciante que ayudó a Josué para que recupere todo el dinero que había perdido y luego quede en la misma posición social que estaba antes de la caída, pero María y él se enamoraron muy rápidamente, nada impidió que ellos comiencen a encontrarse en todas partes y se amen mucho en verdad. Cuando Josué se enteró de este amor lo intentó separar, pero ellos siguieron encontrándose en el árbol Sabino para poder besarse y estar a escondidas de su padre, quien un día vio muchas huellas que delataban sus encuentros.

Un día, Josué quiso poner fin al amor de su hija judía con este trabajador que no era de su misma religión ni posición, por eso le puso una trampa y le dijo que no llegaría en toda la noche de su viaje. Luego salió para donde lo conducían las huellas y cuando vio la espalda de Juan le disparó con una escopeta, también tenía un puñal, pero el tiro fue certero en el pecho. Se acercó para quitar el cadáver y tirarlo fuera de la propiedad, pero entonces notó que la bala lo había atravesado y su hija también había fallecido de un tiro en el corazón. Los dos se estaban besando bajo el árbol Sabino a la hora de morir. Entonces tomó su puñal y se quitó la vida para morir junto a su hija.

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